La media de edad de las víctimas de la violencia machista en nuestro país es menor año tras año, a pesar de los avances registrados en materia de igualdad. Como causas de esta situación, los expertos apuntan a la falta de educación y a una concepción romántica del amor en la que ellos representan un papel dominante, protector y controlador, y ellas así lo asumen, llegando a pensar que si su pareja es violenta es porque se lo merecen. La violencia física es más visible, pero la forma más habitual de malos tratos entre jóvenes es el dominio psicológico, un ámbito en el que las nuevas tecnologías han venido a permitir una presión constante, 24 horas al día, 365 días al año. A través de distintas aplicaciones ellos pueden vigilar y hostigar a sus parejas: envían constantes mensajes para indicarlas cómo deben relacionarse con su entorno, para solicitar pruebas fotográficas o sonoras del lugar donde se encuentran y en compañía de quién, las ordenan que activen en su smartphone una aplicación con un servicio de geolocalización, insisten en saber quién es ese chico añadido como amigo en la red social... el novio puede ahora contactar permanentemente a través del móvil, ejeciendo un control casi total. Consuelo Madrigal, fiscal de sala de Menores, define la violencia de género como una “patología social” más que individual, y sostiene que “la educación en la igualdad afecta a algunos aspectos, pero no cala en todos porque hay hombres que aún necesitan construir su identidad a partir del dominio y de la posesión sobre la mujer”. Y así lo constata Hilario Sáez, sociólogo de Hombres para la Igualdad, en talleres que se llevan a cabo en institutos de enseñanza secundaria, en los que hay adolescentes que se declaran machistas. Para Noemi Parra, sexóloga y coordinadora del Programa por los Buenos Tratos de Canarias, lo que hace falta, además de educación en igualdad, es formación sexual, amorosa y de gestión de conflictos.
Cada vez son más jóvenes las chicas que acuden a los centros de atención a malos tratos, algo que llama la atención al tratarse de generaciones que han crecido en pleno siglo XXl, pero, como señala la abogada Ángela Cerrillos, presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis “la transmisión de principios de igualdad es un entramado muy sutil”. La clave para frenar el machismo en los países desarrollados se encuentra en los programas educativos basados en la transmisión de valores universales para chicos y chicas, y así lo avala la Organización Mundial de la Salud.
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