Un reciente estudio de la Universidad de Middlesex (Reino Unido) pone de manifiesto la necesidad de incrementar la educación sexual en las escuelas ante la imagen distorsionada que ofrece el porno en internet y que actualmente es la fuente más accesible para los jóvenes, a la que acuden ante sus carencias para obtener información.
Las autoras del estudio titulado Basically... porn is everywhere
(Básicamente... el porno está en todas partes), la profesora de
Psicología de Middlesex Miranda Horvath y Afroditi Pina, de la
Universidad de Kent indican que “el currículo en formación sexual de los niños tiene que crecer y adquirir más relevancia, además de incluir educación sobre pornografía”.
La pornografía, dice el estudio británico, se ha relacionado
en distintas investigaciones con actitudes poco realistas sobre el sexo
y disfuncionales sobre las relaciones y conductas sexuales permisivas. Las dos autoras ponen en tela de juício que todos los padres
estén preparados para brindar una educación afectivo-sexual
que mantenga a sus hijos alejados de los “abusos y para desarrollar
relaciones sanas”. “La escuela es la única palanca universal que tenemos
para garantizar que todos los niños están protegidos y construyen la
capacidad de resistencia frente a los posibles efectos de la pornografía
en sus relaciones. El contenido de la educación sexual y sobre
relaciones debe abarcar el acceso y la exposición a la pornografía y las
prácticas sexuales que son relevantes para las vidas y experiencias de
los jóvenes”, añade el estudio.
Estas autoras no son las únicas que lanzan esa llamada de alerta ante la distorsión de las ideas de las relacciones que muestra el porno, además de tratar a la mujer como objeto y no despejar incógnitas de tipo orientación sexual, o mezclar prácticas diversas con actitudes machistas. El presidente
de la ONG Protégeles, especializada en menores y nuevas tecnologías, Guillermo Cánovas, insiste en esa preocupación creciente: “No existe una legislación adecuada
como existe fuera de Internet. A
ningún responsable de un quiosco se le ocurre vender una revista
pornográfica a un menor, ni al de un videoclub alquilarle una película
para adultos, pero en la Red no hay responsabilidad porque aún no existe
un sistema adecuado para comprobar la edad de quien accede”, explica.
El profesor de la Universidad de La Laguna Fernando Barragán por su parte asegura “hoy la pornografía está en las redes sociales y las nuevas tecnologías, por lo que incluso la Unión Europea alerta de la necesidad de formación del alumnado y los diversos colectivos de profesionales para aprender a desarrollar habilidades de reconocimiento y defensa contra la violencia sexual”. Barragán rechaza
completamente la educación sexual que se promueve desde la Iglesia
católica, a la que considera culpable de los retrocesos en estas
enseñanzas de los últimos años. En su opinión, “la educación sexual es
un derecho fundamental que debe asegurar la integridad y la libertad de
los ciudadanos. Negar el derecho a la libertad de elección de la
preferencia sexual, la forma de matrimonio o cualquier forma de
limitación del derecho al aborto son expresiones de violencia. Los
retrocesos progresivos en toda Europa están llevando a una grave
emergencia de la homofobia y la violencia contra las mujeres”. También añade que la educación sexual debe promover la felicidad humana y, al
mismo tiempo, “enseñar a diferenciar entre los comportamientos que
producen placer y los que implican violencia”.
En esta línea, Gemma Martínez, del equipo del proyecto de investigación EU Kids Online, advierte de la necesidad de "una enseñanza formal e integrada en el currículo escolar para proteger al menor de potenciales daños provocados por contenidos sexuales online. Contenidos a los que pueden acceder, recibir y generar"
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