La Audiencia Nacional ha impuesto una pena de dos años de prisión a una mujer por haber llevado a cabo o tolerar la ablación de clítoris de su hija en Senegal. La mutilación genital de la menor fue detectada en 2010 en una revisión pediátrica rutinaria en Premiá de Mar (Barcelona), poco después de que la madre con sus cuatro hijos llegara a España para reunirse con su esposo, también senegalés y residente en nuestro país desde 1999. A partir de la declaración del enfermero que presenció el reconocimiento pediátrico, el tribunal ha considerado probado que la madre, que también ha sido condenada a pagar una indemnización de 10.000 euros a su hija, consintió la ablación.
No todas las opiniones son favorables a la condena. Aina Mangas, técnica de Salud Pública del Ayuntamiento de Badalona, considera que “es un error”, puesto que “la ablación se produjo en el país de origen antes de que la niña fuera reagrupada en Cataluña”, y ella entiende que, aunque desde 2005 las leyes españolas permiten perseguir extraterritorialmente la práctica de la mutilación genital, la ley no está pensada para estos casos, sino para evitar que familias que viven en España aprovechen las vacaciones para realizar la mutilación. “En países como Gambia no está prohibida y las tasas de ablación son del 97%. Eso significa que puede haber centenares de casos como este de niñas que viven aquí”, afirma Mangas.
Anteriormente, la Audiencia de Teruel condenó a unos padres originarios de Gambia por someter a su hija a una ablación de clítoris cuando ya residían en España, donde la mutilación genital es ilegal. En esta ocasión se trata de la primera sentencia impuesta a una madre por una ablación realizada fuera de nuestras fronteras. Como indica la sentencia, el respeto a los derechos humanos es un “principio o presupuesto normativo” en España que no puede eludirse por razones “de tipo cultural, religioso o ideológico”.
La mutilación genital femenina afecta a cerca de 140 millones de niñas y mujeres en todo el mundo. Cada año más de 3 millones de niñas corren el riesgo de sufrirla. En España, expertos de la Universidad Autónoma de Barcelona calculan que unas 10.000 niñas pueden estar en riesgo de padecer las consecuencias de esta tradición que manda extirpar el clítoris y los labios vaginales para “mantenerse limpias, castas y apetecibles para los varones”.
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