Finalmente se ha hecho realidad la promesa electoral del presidente francés, François Hollande, de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, aunque en medio de un clima de división social. El martes 23 de abril se votaba en la Asamblea Nacional francesa el texto legal que pudo salir adelante gracias a 331 votos favorables frente a 225 contrarios a la propuesta. La tensión política vivida en esa jornada tuvo su reflejo en las calles del país vecino, que han sido escenario de multitudinarias manifestaciones en las que se han concentrado partidarios y detractores de la ley, con posturas y actos de creciente radicalización. Unas 200.000 personas en Francia declaran vivir en pareja con una persona del mismo sexo. Lo que Christiane Taubire, ministra de Justicia, ha definido como “el final de una discriminación”, ha provocado por parte de la derecha francesa el anuncio de la presentación de un recurso ante el Consejo Constitucional, la convocatoria de nuevas manifestaciones de protesta a favor de la familia, y la intención de muchos alcaldes conservadores de negarse a casar a parejas homosexuales invocando la objeción de conciencia.
Francia se convierte así en el decimocuarto país del mundo en aprobar el matrimonio homosexual, después de Nueva Zelanda, que lo aprobó el pasado 17 de abril. La ley entrará previsiblemente en vigor en los próximos meses e incluye la posibilidad de adopción por parte de parejas homosexuales.
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