Una antigua prisión de mujeres de Johannesburgo (Sudáfrica) ha sido el lugar elegido por la artista Reshma Chhiba para recrear el interior de la vagina en el mismo lugar en el que decenas de mujeres fueron encarceladas y oprimidas, entre ellas, la ex esposa de Nelson Mandela. La obra tuvo una acogida polémica, aunque no era éste el objetivo de su creadora. A lo largo de un túnel de algodón y terciopelo de doce metros de largo, los visitantes han podido adentrarse en un paseo por el interior más íntimo de una mujer, accediendo sin calzado. “Quitarse los zapatos antes de entrar es una muestra de respeto y lo convierte en un lugar santo”, afirma la autora, quien, a través de su obra, quiere invitar a las mujeres a rebelarse contra la opresión y a sentirse más cómodas con su sexualidad, consciente de que las mujeres sienten más vergüenza que los hombres al hablar de sus órganos sexuales. Ya en el interior de la vagina, un sonido de gritos y carcajadas invitaba a burlarse de un espacio que anteriormente fue lugar de opresión.
La instalación, inaugurada el pasado verano, formaba parte de la exposición “The two talking Yonis” (Yoni en sánscrito significa útero, vagina, vulva), en referencia a un diálogo con su comisaria. Reshma Chhiba pretendía trabajar la cuestión de “la energía femenina y de la creación de identidades alternativas para las mujeres dentro de los sistemas patriarcales actuales”. Se inspiró en la diosa hindú Kali (en sánscrito, mujer negra), una de las diosas principales del hinduismo y poderosa representante de la energía femenina, en la que confluyen la creación y la destrucción simultáneamente, así como la desenfrenada naturaleza de la feminidad. El “Yoni” figuró como eje central en una exposición reivindicativa del cuerpo de la mujer en un país como Sudáfrica, donde la violencia sexual contra las mujeres alcanza grados extremos.
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