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miércoles, 6 de noviembre de 2013

LA SEXUALIDAD DEL ENFERMO MENTAL


El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, un día al año para tomar conciencia de las múltiples caras que puede presentar la enfermedad mental (400 tipos de trastornos tiene catalogados la Organización Mundial de la Salud). Tener una enfermedad mental no debería ser un impedimento para disfrutar de un aspecto central en la vida de toda persona como es la sexualidad. Los enfermos mentales “viven una sexualidad diferente por sus condiciones de vida, no por las limitaciones que causa la enfermedad”, indica Manuel Franco, jefe de servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Zamora y profesor de la facultad de Psicología en la Universidad de Salamanca. “Son personas muy tuteladas que muchas veces viven en hospitales psiquiátricos o residencias, y todo ello implica limitaciones en las relaciones afectivas y sexuales”, puntualiza. 

De acuerdo al estudio “Estigma y enfermedad mental: Análisis de las actitudes de rechazo social y estigmatización que sufren las personas con enfermedad”, enmarcado dentro del Plan de Atención Social a las personas con enfermedad mental grave y crónica 2003-2007 de la Comunidad de Madrid, las personas con enfermedad mental no sólo sufren las consecuencias de la misma, sino que, además, han de soportar un prejuicio social que en gran medida obstaculiza, entre otras cosas, su vida sexual, entendiendo la misma como un todo que engloba el amor, el sexo, la interrelación con los demás... En el mismo estudio se ponía de manifiesto que el 24% de las personas con enfermedad mental entrevistadas afirmaban no salir de casa nunca o pocas veces; sólo el 14% de las personas con enfermedad mental crónica tenía pareja, y un 18% afirmaba no tener ningún amigo. 

Cuando la enfermedad mental es grave, se presentan algunas alteraciones que inciden en el ámbito de su vida sexual: problemas para interpretar correctamente los estímulos del entorno; alteraciones del comportamiento sexual y aparición de obsesiones; aumento de deseo sexual (caso del trastorno bipolar); falta de actividad sexual (más frecuente en mujeres); y conductas inapropiadas o agresivas. La depresión suele ir acompañada de un descenso del deseo y de la actividad sexual, y la medicación a que están sujetos algunos pacientes tampoco ayuda. A pesar de las dificultades, la mejor manera de ayudar a una persona es desde la comprensión. Frecuentemente al enfermo mental se le impide cualquier posibilidad de relación sentimental con otra persona, negándole el acceso a una vida sexual que abarca algo más que el placer físico.

1 comentario:

  1. Muy interesante. Una invitación a pensar que no todos mantenemos la misma relación y des del mismo lugar con la sexualidad.

    Saludos!

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