De acuerdo con los datos que maneja Unicef, América Latina y el Caribe son, tras África, las regiones en las que se dan las mayores tasas de embarazos en adolescentes. Solamente en 2011 y en México más de 480.000 niñas se convirtieron en madres, situación que ha llevado a la doctora Josefina Lira, de la unidad de investigación de medicina adolescente en el Distrito Federal, a calificarla como “de emergencia”, pues el porcentaje de embarazos precoces crece año tras año. Además de la infancia, estas jóvenes dejan también los estudios en un 83 % de los casos, lo que constituye en auténtico problema social, en palabras de la doctora Lira. Muchas encuentran amparo en lugares como la asociación Vifac, que les proporciona techo, comida y atención médica hasta el nacimiento del bebé, pero después les aguarda un futuro incierto.
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición hecha pública el año pasado, el 23 % de las niñas mexicanas de 10 a 19 años tiene relaciones sexuales, y más de la mitad de ellas han quedado embarazadas al menos una vez. La doctora Lira no cree que sea un problema de falta de información, y considera que lo que hace falta es ”resolver dudas” y mejorar el acceso de los jóvenes a los métodos anticonceptivos. Además, lo que se observa es que las niñas que deciden salir adelante con el embarazo suelen ser las de nivel económico más bajo, mientras que las que poseen mayor nivel social y educativo poseen también más medios, y más seguros, para interrumpir la gestación en un país en el que el aborto sólo es legal en el Distrito Federal.
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