El mito sobre el poder erógeno de los pies ha quedado en entredicho con la investigación llevada a cabo por la Universidad británica de Bangor y la Universidad surafricana de Witwatersrand y publicada en la revista especializada en neurociencia "Cortex". El estudio se llevó a cabo con la colaboración de 800 personas de ambos sexos residentes en las islas británicas y en el África subsahariana, a quienes se les pidió que ordenaran 41 partes del cuerpo humano según su intensidad erógena al tacto o al contacto. Lo que el director de la investigación, el profesor Olivier Turnbull, trataba de poner a prueba era una teoría propuesta a finales de los 90 por el neurocientífico Vilayanur Ramachandran, según la cual las zonas erógenas deberían su cualidad a encontrarse limítrofes con las áreas genitales en alguno de nuestros mapas cerebrales. De este modo, en el mapa de la corteza sematosensorial, los pies serían una zona erógena por localizarse junto a los genitales. El cuestionario reveló diferencias mínimas entre hombres y mujeres, y bastante similitud en las respuestas a pesar de la distinta edad, raza o cultura de los participantes. Las manos (para ellos), la zona baja de la espalda (para ellas), los hombros y el interior del cuello, aparecen reflejados como zonas de alta intensidad erógena, seguidos por las orejas y los labios. Estos últimos son tan atractivos para ambos sexos como los órganos genitales, y se sitúan por delante del pecho (para ellos) y de los pezones (para ambos). Lo que ha sorprendido del estudio es la clasificación otorgada a los pies, pues 3 de cada 4 encuestados apenas les atribuyen intensidad erógena a esta parte del cuerpo. "El doctor Ramachandran puede haber confundido la sensación del tacto con la atracción a la vista", asegura el profesor Oliver Turnbull de la Escuela de Psicología de la Universidad de Bangor. "Que uno disfrute viendo unos pies subidos a unos tacones, no significa obviamente que se experimente una intensidad sexual al tacto". Hará falta un estudio de campo para determinar la auténtica fuente de la intensidad erógena, que podría encontrarse en la corteza insular, según el profesor Turnbull, por su función en la experiencia subjetiva emocional y su representación en el cuerpo.
jueves, 19 de septiembre de 2013
¿TIENEN ATRACTIVO SEXUAL LOS PIES?
El mito sobre el poder erógeno de los pies ha quedado en entredicho con la investigación llevada a cabo por la Universidad británica de Bangor y la Universidad surafricana de Witwatersrand y publicada en la revista especializada en neurociencia "Cortex". El estudio se llevó a cabo con la colaboración de 800 personas de ambos sexos residentes en las islas británicas y en el África subsahariana, a quienes se les pidió que ordenaran 41 partes del cuerpo humano según su intensidad erógena al tacto o al contacto. Lo que el director de la investigación, el profesor Olivier Turnbull, trataba de poner a prueba era una teoría propuesta a finales de los 90 por el neurocientífico Vilayanur Ramachandran, según la cual las zonas erógenas deberían su cualidad a encontrarse limítrofes con las áreas genitales en alguno de nuestros mapas cerebrales. De este modo, en el mapa de la corteza sematosensorial, los pies serían una zona erógena por localizarse junto a los genitales. El cuestionario reveló diferencias mínimas entre hombres y mujeres, y bastante similitud en las respuestas a pesar de la distinta edad, raza o cultura de los participantes. Las manos (para ellos), la zona baja de la espalda (para ellas), los hombros y el interior del cuello, aparecen reflejados como zonas de alta intensidad erógena, seguidos por las orejas y los labios. Estos últimos son tan atractivos para ambos sexos como los órganos genitales, y se sitúan por delante del pecho (para ellos) y de los pezones (para ambos). Lo que ha sorprendido del estudio es la clasificación otorgada a los pies, pues 3 de cada 4 encuestados apenas les atribuyen intensidad erógena a esta parte del cuerpo. "El doctor Ramachandran puede haber confundido la sensación del tacto con la atracción a la vista", asegura el profesor Oliver Turnbull de la Escuela de Psicología de la Universidad de Bangor. "Que uno disfrute viendo unos pies subidos a unos tacones, no significa obviamente que se experimente una intensidad sexual al tacto". Hará falta un estudio de campo para determinar la auténtica fuente de la intensidad erógena, que podría encontrarse en la corteza insular, según el profesor Turnbull, por su función en la experiencia subjetiva emocional y su representación en el cuerpo.
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