Un multitudinario cortejo fúnebre acompañó a Daniel Zamudio en la emotiva despedida que tuvo lugar el viernes por las calles de Santiago de Chile. El joven falleció tras 25 días de agonía en el hospital donde permanecía ingresado tras la agresión recibida por su condición de homosexual en un parque de la capital chilena, a manos de un grupo de presuntos neonazis.
Tras el asesinato de Daniel, en la madrugada del pasado 3 de marzo, el gobierno chileno anunció que agilizaría la discusión en el congreso de la ley antidiscriminación que lleva tramitándose siete años. La norma, destinada a proteger a las minorías raciales, sexuales y religiosas, sanciona penalmente a quienes realicen acciones en su contra. El proyecto de ley fue aprobado en noviembre en el Senado con la oposición de 13 senadores y está pendiente de ratificación por el Congreso. Desde Ginebra, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos deploró el acto criminal que costó la vida al joven chileno, mientras que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió a Chile una investigación seria para no dejar en la impunidad “un crimen de odio que promueve la tolerancia social de este fenómeno”.
En una declaración pública, la sección chilena de Amnistía Internacional (AI) sostuvo que "muchas personas como él sufren día a día actos discriminatorios que no les permiten disfrutar una vida libre, digna e igualitaria respecto de las demás personas".
En un mensaje enviado por Twitter desde Japón, el presidente chileno Sebastián Piñera se solidarizó con la familia de la víctima y aseguró que los responsables de su muerte serán castigados. "Su muerte no quedará impune, y refuerza el compromiso total del Gobierno contra toda discriminación arbitraria y con un país más tolerante", afirmó el mandatario.